Dos días en México: Two days in Mexico

Español:

Antes de partir a España tenía unas ansias de llegar ya a este nuevo país. Ya quería ver el país del cual la gente tanto me comentaba. Iba a ver el país de mayor influencia dentro de mi vida, porque había, en su momento, conquistado tanto a México como a parte del país donde hoy vivo. Pero antes de llegar a este país que jamás pensé que iba a visitar, tenía que desviar un poco mi trayecto. ¡Tenía que, por supuesto, visitar a mi México lindo y querido!

Así es que el 10 de enero, un miércoles, llegué a la Ciudad de México. Llegué a abrazar a mi tía Yuya y le dí un beso en la mejilla justo como lo hice con mi mamá al llegar a Austin. La neta es que es casi igual que darle un beso a mi mamá porque mi tía es idéntica a ella. 

¡Pero bueno, ya que tenía dos días muy cortitos en la Ciudad de México había que aprovecharlos a lo máximo!

El lugar que siempre me gusta visitar más en la Ciudad de México es la Villa. La verdad es que es increíble que en una ciudad tan grande y tan moderna como es la Ciudad de México puede haber una imagen tan importante, tan valorada y tan antigua como es la Guadalupana. Por supuesto que tenía que ir a ver a la Virgencita y pedirle que me fuera muy bien en el viaje que estaba a punto de emprender y además agradecerle por todo lo que me ha proveído en lo que llevo de vida. Es que es algo espectacular ver a esa morenita en persona; es una razón más por la cual estar orgulloso de ser Mexicano. 

¡La Guadalupana hermosa! The beautiful Virgen de Guadalupe!

 

Pelando toda la masorca a lado de mi tía Yuya en la Villa.
Showing off my pearly whites with my Aunt Yuya.

 

 

 

 

 

 

 

 

Además de visitar a la Virgencita resulta que en esos días que andaba allí en la CDMX caía el cumpleaños de mi tía Yuya. Mi tío y mis primos querían darle una sorpresa y regalare un arreglo de flores sin que ella supiera. Querían que yo distrajera a mi tía Yuya con el paseo de la Villa. Pero también querían que viera los puestos de flores de Jamaica. Así es que al final de cuentas le dijeron a mi tía que le iban a comprar un arreglo pero que mis primas como quiera se lo iban a escoger. Así es que pelamos gallo tempranito hacía Jamaica por el famosísimo metro de CDMX. Después de un viaje donde nos trataron de vender paquetes de chocolates (tres por cinco pesos) en el metro y pasar varias mujeres vendiendo artesanías sobre sarapes coloridos en la calle, por fin llegamos al mismísimo Mercado Jamaica.

Yo viendo a todos lados menos a la camera. Just look at my eyes.

Al entrar yo sabía que había dejado la CDMX atrás. Había entrado en otro mundo completamente diferente, un mundo que era un laberinto lleno de pasillos de flores tras flores. La CDMX nunca deja de sorprenderme, porque al caminar unos cuantos pasos uno puede estar en un mundo irreconocible al que dejaste atrás. Tan pronto entramos los vendedores se nos echaron encima, como lo hacen en cualquier lado en CDMX. Mientras uno me decía, “mira, joven para la novia”, otro le decía a mi tío “cómpreselo a su güerita, jefe” o “le hacemos el arreglo como usted quiera” y miles de otras cosas para convencernos de comprar con ellos y no con otro vendedor. Al final de cuentas optamos por un arreglito que le gusto a mi prima Gaby.

Un pequeño arreglito. A small arrangment.

Después de las flores otra razón por la cual fuimos a Jamaica es porque allí hay un lugar que mis tíos frecuentan que vende muy buenos huaraches. La verdad es que yo no soy adicto a los huaraches ni es que sea mi comida favorita, pero llevaba encargo de mi mamá. Como ella tiene mucho tiempo sin ir a la CDMX y de chiquita le encantaba comer huaraches en la calle, quería que yo me comiera uno en su honor en México. Así es que para no desairar a mi madresita fui a comerme el mentado huarache. Claro, me lo tuve que hacer mitad de salsa verde y mitad de salsa roja, porque si no pica, no sabe.

Si no pica, no sabe.

La verdad es que cada vez que pongo pie en la Ciudad de México quedo más sorprendido que la vez pasada. Es la ciudad donde nació mi mamá, el centro de mi cultura Mexicana y mi destino favorito en el mundo. ¡Como amo México! Es la pura neta.

English:

Before leaving for Spain I was so anxious to arrive in this new country. I wanted to see first hand the country that people always tell me so much about. I was going to visit the country with the largest influence within my life, because it had once colonized both Mexico and part of the country that I live in today. However, before I arrived in the country I thought I would never visit, I had to make a quick pit stop. I had to, of course, visit my beloved and beautiful Mexico!

So on Wednesday the 10th of January I arrived around 1 o’clock central time. I arrived to hug my aunt Yuya and I kissed her on the cheeck just like I had done with my mom when I arrived in Austin. The truth is that it was almost like kissing my mom because my aunt is identical to her.

Since I had two very short days in Mexico City, I had to make the most of them!

The place that I most like visiting in Mexico City is the Villa de la Guadalupana. The truth is that it is incredible that in such a large city as Mexico City there can be an image that is so important, valuable and old as is the Guadalupana. I, of course, had to go visit the Virgen and ask that the trip I was about to take would go well and also thank her for everything she has given me in life. It is something truly spectacular to see the image of the apparition in person; it is one of the reasons I am so proud to be a Mexican.

Besides visiting the Virgen it turns out that during the days I was in CDMX (shorthand for Mexico city) it was going to by my aunt Yuya’s birthday. My uncle and cousins wanted to surprise my aunt with flowers, without her knowing. They wanted me to distract her through the walk around the Villa. On the other hand they wanted me to see the flower market in Jamaica. So in the end, thanks to me, they told my aunt that they were going to buy her flowers for her birthday, but that my cousins would still pick them out for her. So we left bright and early toward Jamaica on the infamous metro in CDMX. After a trip where they tried selling us chocolates (3 for 5 pesos) on the metro and walking past several older ladies selling crafts on top of colorful sarapes on the street, we finally arrived at the Jamaica market.

Upon entering I knew that I had left CDMX behind. I had entered into another completely different world, a world that was a maze flanked with flower after flower. CDMX will never stop surprising me, because if you walk a few steps in any direction you can be in an unrecognizable world from the one you left behind. As soon as we entered the market the salesmen leaped onto us. This happens anywhere you go in CDMX. While one told me, “Look, for your girlfriend”, another told my uncle, “Buy this for your beautiful wife, sir” or they said “We can make any bouquet however you want” and thousands of different things to try to convince us to buy with them and no one else. In the end we opted to buy a modest bouquet that my cousin Gaby picked out.

Escogiendo las flores más perronas. Choosing the coolest flowers.
Con la prima. With the cuz.

After getting the flowers, the other reason we had gone to Jamaica was that there is a place that my uncles go to frequently where they sell very good huaraches. Truth be told, I am not a huarache addict but I had promised my mom that I would go. Since she hasn’t been to CDMX in such a long time, and when she was little she loved eating huaraches from street vendors, she wanted me to eat one in her honor while in Mexico. So, not to let her down, I went to eat the huarache. I, of course, had to make it once half green salsa and the other half red salsa, because if it isn’t spicy it won’t taste like anything.

In all honesty, whenever I set foot in Mexico City I am left more surprised than the time before. It is the city where my mom was born, the center of my Mexican culture and my favorite destination in the world. Oh, how I love Mexico! For real.

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